lunes, 5 de junio de 2017

Una redaccion Kafkiana

Me despierto, giro la cabeza y veo asombrado mi habitación, todo me abruma, miro mis manos y ahí están, iguales,¿o no ? Todo parece igual, pero todos parece distinto, con falso, como que realmente no era ahí.
Pongo los pies sobre el suelo, no está frío como otras veces, no está caliente pero esta lo suficientemente templado como para poner los pies en el sin necesitar mis chancletas.
Ande hacia el baño como todas las mañanas pero esta vez con especial cautela, que demonios pasaba, me horrorice al entrar al baño, la cortina era de créditos rosas, pero la mía era de caracoles marinos. Salí del baño tan rápido como pude y cerré por dentro, me dirigí a la cocina, cogí un paraguas esperando lo peor, algún "invitado" indeseado, no encontré nada, tan solo un par de naranjas junio al exprimidor y una pila de platos sucios, abrí la nevera y dentro no había apenas nada, un limón cortado a la mitad, un par de bricks de leche y un sándwich envuelto en papel de cocina. De repente escuché un crujir en mi habitación, ya que estaba cerca del salón me moví a por un atizador, un arma mucho más franca que un simple paraguas, la chimenea estaba encendida, no recuerdo haberla dejada encendida al irme a dormir, pero no me importó, podría haber alguien en mi habitación, me acerco a la habitación cauteloso, y no veo más que la luna y un puñado de estrellas, decidí meterme en la cama de nuevo ya que tan solo eran las 3 de la mañana, cuando estaba apunto de caer en el sueño caí en la cuenta de que mi ventana no daba sino a la casa del vecino, por lo que era imposible que hubiera visto la luna,abrí los ojos con más miedo que nunca y sujete el atizador que había dejado en la mesilla de noche, pero, ya era de día, y , por la ventana tan solo vi una yerma parcela  con un cartel de se vende en lo que antes era el Porche de mi vecino

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